Había una vez, hace años, en una ciudad de Oriente,
un mujer que una noche caminaba por las oscuras calles
llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquélla.
En un determinado momento, se encuentra con un amigo.
El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es gusanito del pueblo.
Entonces, le dice:
¿Qué haces gusanito, tú ciego, con una lámpara en la mano?
Si tú no ves...
Entonces, el gusanito le responde:
Yo no llevo la lámpara para ver mi camino.
Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria.
Llevo la luz para que otros
encuentren su camino cuando me vean a mí...
No sólo es importante la luz que me sirve a mí,
sino también la que yo uso,
para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar,
el camino para uno
y para que sea visto por otros
aunque uno aparentemente no lo necesite.
NARCISA
No sólo es importante la luz que me sirve a mí,
No hay comentarios:
Publicar un comentario